jueves, 28 de enero de 2010

Lourdes, 1899




El XII Congreso Eucarístico Internacional
7 al 11 de agosto de 1899.

El último Congreso del siglo XIX tuvo lugar nuevamente en Francia, en la pequeña población de Lourdes, también llamada ciudad de María. Actualmente, esta pequeña localidad del sur de Francia, con apenas 15 mil habitantes, es el segundo lugar de peregrinación católica, después de Roma. También, la segunda ciudad turística de Francia, siguiendo a París, con 270 hoteles a disposición del peregrino. Seis millones de personas la visitan cada año.
El Papa León XIII, en carta dirigida a monseñor Doutreloux en las vísperas del suceso, augura los mejores resultados de esa asamblea:
"Hace ya casi medio siglo que, en la ciudad de Lourdes, la bienaventurada Virgen, Madre de Dios, manifestó de la manera más admirable, a favor de las desgracias de todo el género humano, la presencia de su poderosa intercesión y la ternura de su maternal cuidado. También, desde hace mucho tiempo y para gozo incomparable de Nuestro corazón, hemos sabido que la devoción de los fieles hacia el Santísimo Sacramento del altar, ha adquirido altísima estima, allí mismo testimoniada por las solemnes procesiones y por la admirable frecuencia de la comunión recibida."
El Papa encomendó el Congreso a la Santísima Virgen, pues, según sus palabras, ..."si la Madre de Dios atrae hacia sí a los hombres por sus beneficios y por su dulcísima caridad, no les atrae sino para conducirlos inmediatamente a Jesús..."
Ocho cardenales, nueve arzobispos y más de cincuenta obispos, procedentes de todo el mundo, se dieron cita en ese Congreso, a quienes se añadieron miles de peregrinos en siete grandes peregrinaciones de fieles procedentes de varias partes de Europa.
Intervino en calidad de legado papal el cardenal B. Langenieux, arzobispo de Reims, quien tambien desempeñó el mismo oficio en el de Jerusalén y quien unía a una profunda espiritualidad eucarística, la no menos acendrada adhesión a María.
Los resultados de esta asamblea fueron satisfactorios, según lo sostiene el propio León XIII, debido al "...ardiente celo de los obispos y de los fieles que en él participaron y la protección de la Santísima Virgen María, bajo cuyo auspicio fue celebrado el Congreso..."

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Fuente: CHÁVEZ Alonso, Historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales. Boletín Informativo #4. XLVIII Congreso Eucarístico Internacional. Guadalajara 2003. Págs.25-26.
Imágenes: Web

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