El XXXIII Congreso Eucarístico Internacional
3 al 7 de febrero de 1937.
Como parte de la preparación al Congreso, desde el año anterior se tuvieron Congresos particulares en número de siete mil en otras tantas islas del inmenso archipiélago; también hubo jornadas eucarísticas, comuniones generales, procesiones y ejercicios espirituales.
El Legado Pontificio fue el Cardenal Dionisio Dougherty, arzobispo de Filadelfia, a quien las autoridades civiles le entregaron las llaves de la ciudad, a su llegada a Manila. Un río humano hizo valla desde el puerto hasta la Catedral, donde se dieron cita los ciento cincuenta prelados que asistieron; entre los que se contaron: cuatro de África, veinte de América, veinte de Oceanía, veinte de Asia, veinticinco de Europa y veintidós de Filipinas.
Para la apertura, el miércoles 3 de febrero, se acondicionó el parque de La Luneta, el lugar más elegante y amplio de Manila, donde, en punto de las 18:00 hrs., el Obispo de Namur, Thomas Heylen, dio el discurso inaugural. La jornada concluyó con el canto del Himno Oficial del Congreso.
El primer día de sesiones, el jueves 4, fue para las señoras quienes, en número de ciento cincuenta mil, se reunieron en La Luneta, para la Misa solemne, presidida y predicada por el Arzobispo de Cebú, don Gabriel M. Reyes. La velada de adoración de los varones esa noche también fue muy concurrida.
El día 5, dedicado al sexo masculino, reunió doscientos cincuenta mil fieles y a muchos sacerdotes en el mismo parque.
El sábado, consagrado para los Niños, celebró el Santo Sacrificio don Santiago C. Sancho, Obispo de Nueva Segovia, ante sesenta mil niños, a quienes el Vicario de China explicó en forma sencilla, la gracia que iban a recibir y formuló con ellos los actos de preparación a la Santa Comunión.
Las cuestiones teológicas especialmente tratadas durante las sesiones fueron:
"Las causas principales de la institución de la Sagrada Eucaristía"
"Razones por las cuales el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se dan en la Eucaristía, encerrados bajo las especies del pan y vino"
"El Sermón del Pan de Vida"
"El sacrificio de la Nueva Ley"
"Admirables frutos de la Sagrada Comjunión"
"Efectos de la Comunión frecuente"
"Reglas dadas por Pío X acerca de la comunión de los niños"
También se desarrollaron temas de Teología moral y litúrgicos, relacionados con el Sacramento del Altar.
A modo de cumbre de la celebración la tarde del día domingo se tuvo la solemne procesión con el Santísimo, que discurrió por todo el gran boulevard Dewey (ahora Roxas), desde el fuerte de San Antonio Abad, hasta el altar erigido en el corazón de La Luneta.
A lo largo de la procesión se levantaron 14 arcos triunfales, representando a las Diócesis Filipinas, y tomaron parte en ella medio millón de fieles, incluyendo a las autoridades civiles. Al llegar el Santísimo a La Luneta, el pueblo entonó el himno Te Deum, antes de recibir la bendición con el Santísimo, impartida por el Legado Pontificio.
En su radio mensaje, desde Roma, el Santo Padre, entre otras cosas dijo: "Ante todo os felicitamos con efusión por haber preparado a Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, oculto tras los velos eucarísticos, por nuestra ardiente piedad y por el más espléndido aparato, un magnífico triunfo, triunfo, decimos, que viniendo del fondo de los corazones desbordantes de caridad, esto no puede considerarse como algo pasajero, sino como una promesa de que cada uno de vosotros hará todo lo posible por conformar su vida con la práctica de todas las virtudes cristianas".
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Fuente: CHÁVEZ Alonso, Historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales. Boletín Informativo #11. XLVIII Congreso Eucarístico Internacional. Guadalajara 2004. Págs.25-27.
Imágenes: Web y National Geographic.
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