El XVII Congreso Eucarístico Internacional
15 al 19 de agosto de 1906.
Por sexta ocasión, el reino de Bélgica recibió la manifestación más importante de culto internacional a la Eucaristía, en Tournai, ciudad de la provincia de Hainaut, a orillas del río Escalada, donde se fabrican alfombras, cerámica y fina porcelana.
La asamblea y los trabajos estuvieron presididos por el Cardenal Vicenzo Vannutelli, legado papal, y monseñor Walraevens, Obispo de esa Diócesis, en cuya antigua catedral románica del siglo XI, llena de fieles, se inauguró la asamblea.
La mañana siguiente, ante el Gobernador de Hainaut, Sart de Bouland y el Marqués de Boësiere, el Cardenal Vannutelli expresó el "...interés del Santo Padre por la celebración de los Congresos Eucarísticos". Por la tarde monseñor Hemette, de París, invitó a los belgas a superar la crisis social que mucho afectaba a la Iglesia Francesa. El religioso Baillo, anotó que el catolicismo en Francia, no obstante las persecuciones, resurgía fortalecido por la adversidad: "Ustedes han dado hospitalidad a nuestros exiliados en ese tiempo de tempestades, un día pagaremos estos favores con una copiosa ayuda".
En la sesión de clausura, el día 18, el Arzobispo de Malinas, Monseñor Mercier, expresó a nombre del episcopado belga, su solidaridad con los católicos de Francia, asegurando su cercanía en la fe y el amor a la patria. En el discurso final, Monseñor Heylen, hizo votos por el cumplimiento de los anhelos expresados durante el Congreso.
En la procesión de clausura, al día siguiente, cientos de creyentes, cirio en mano, cantando a voz en cuello: "Nosotros queremos a Dios", recibieron la bendición con el Santísimo, impartida en la Iglesia de San Quintín.
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Fuente: CHÁVEZ Alonso, Historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales. Boletín Informativo #6. XLVIII Congreso Eucarístico Internacional. Guadalajara 2004. Págs.23-24.
Imágenes: Web
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